Recorrer a plena noche un camino seco y polvoriento en medio de los llanos de Trujillo, mientras escuchas a lo lejos al alcaraván, al chotacabrabras cuellirrojo y tratas de ser sigiloso en tus pasos para tratar de reconocer por el oido a los numerosos y variados ortópteros (saltamontes, langostas, grillos de matorral...), presentes en los llanos durante esta época del año, es algo que tiene su encanto.
Si además tienes la suerte de encontrarte una huella de alcaraván nítida y reciente, poder seguir su recorrido durante varios metros a un lado y otro del camino, colocando la linterna en horizontal y cerca del suelo para crear pequeñas sombras que ayuden a destacar los relieves de las huellas, mientras imaginas los movimientos que ha realizado el ave solo unos minutos antes de que hayas llegado a ese lugar, es todo un regalo y satisfacción.
Es otra bonita forma de acercarse, percibir y sentir la naturaleza en unas condiciones en las que la nuestra visión queda muy limitada.
En realidad buscaba huellas de chotacabras cuellirrojo, pero se posaba en zonas con sustrato muy duro y al final encontre a las del alcaraván.
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