Cuando la primavera está avanzada, incluso a principios de
verano cuando las temperaturas suben y la actividad de las aves en el llano
decae, una buena opción para seguir saliendo a disfrutar de las aves es
acercarnos a zonas de montaña como las de las comarcas del norte de Extremadura,
o bien en la provincia de Ávila con la Sierra de Gredos o la provincia de
Salamanca con las Sierras de Bejar y Candelario.
A mediados de Junio estuve visitando la sierra de
Candelario para observar sus aves, donde las suaves temperaturas, el amplio rango altitudinal y la
variedad de hábitats parecen los ingredientes perfectos para sostener variadas
comunidades de aves y hacernos disfrutar que un agradable día de campo
observándolas.
Así, en las zonas de matorral por encima del límite del
arbolado cantaban numerosos escribanos hortelanos, currucas zarceras sobre todo
en aquellos lugares donde aparecían rosales silvestres u otros arbustos
dispersos, algún que otro zarcero común, zorzales charlos entre otras especies.
Al subir en altitud y avanzar en el llamado piso
oromediterráneo nos encontramos con que la composición de la vegetación es
diferente, nos encontramos en una zona
de montaña cubierta por piornos donde aparecen zonas de praderas de montaña más
o menos encharcadas, algún arroyo que baja de la sierra y discurre a través de
las mencionadas praderas de montaña, todo esto, rodeado de zonas de canchales y
roquedos de mayor o menor tamaño ese es
el hábitat de esa rica comunidad de aves de montaña que venimos buscando.
Nada más llegar llama la atención la increíble densidad del
acentor común que no para de cantar
sobre los piornos, algún que otro escribano hortelano cantando sobre el piorno
en flor llama nuestra atención y lo buscamos con el telescopio, también un par de escribanos montesinos se
posan sobre el poste de madera de una
valla, todo esto sin olvidarnos de las
numerosas alondras que no paran de cantar volando en círculos a mucha altura.
Pero una vez que hemos visto a toda esta serie de especies y nos encontramos en una zona de piornos
atravesada por un pequeño arroyo que mantiene la humedad de una pequeña pradera
que parece ideal para buscar al pechiazul, para ello nos situamos en un lugar
desde el que tengamos buena luz y divisemos bien toda la mancha de piornos
donde vamos a buscarlo y así, tras un par de minutos de espera, vemos volar al
primero que se esconde rápidamente en la base del piorno, pero tan solo unos
segundos después, sale a lo alto del piorno y desde su posadero empieza a
cantar e incluso le vemos hacer un par
de vuelos de exhibición en unas condiciones de luz y distancia inmejorables,
tras observar unos minutos con todo detalle y dar un breve paseo por la zona,
donde vimos a un par de machos más, nos damos por satisfechos y cambiamos de
zona con la idea de seguir subiendo en altitud.
Por el camino nos encontramos a un ejemplar de bisbita campestre, varias collabas grises y numerosos bisbitas alpinos y alguna lavandera boyera en un pastizal encharcado, pero todavía nos falta una de las especies clave de estas montañas, por ello nos acercamos a unos canchales que siempre me han dado muy buen resultado para ver al roquero rojo y nada más llegar nos encontramos a un precioso macho cantando junto a un macho collalba gris, nos quedamos un rato y mientras tanto me dedico a recorrer los grandes bolos graníticos en busca de más aves y la sorpresa es un macho de halcón peregrino posado en una de sus atalayas en los alto de la sierra y con estas observaciones nos damos por satisfechos.
Más tarde decidimos bajar a menor altitud buscando la sombra de robledares y pinares donde observamos otras especies como el mosquitero papialbo, el papamoscas cerrojillo, el reyezuelo listado, herrerillos capuchinos entre otras muchas especies, sin olvidarnos de excelentes observaciones de rapaces propias de esta zona, como el azor, el abejero europeo o el alcotán.
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